De la frustración a la reflexión:Lecciones de vida

    Hoy tenía una reunión con mi hijo para su nuevo colegio a las 11 de la mañana. A las 10:30 am, me di una ducha, me vestí y me peiné. Bajé con mi hijo y pensé en irme en autobús o en carro. Como me iba a encontrar con mi esposa en la puerta del colegio, preferí ir en carro para llevarla a su trabajo y poder comer algo juntos.

    En el camino, fuimos conversando. Él tiene una habilidad para conversar y es muy curioso. Al estar a mi lado, me aseguré de que tuviera puesto el cinturón de seguridad. Llegamos al nuevo colegio, estacionamos afuera y esperamos. Estuvimos conversando, y lo veo cada vez más grande, sintiéndome profundamente orgulloso. Esperamos a mi esposa, entramos los tres al colegio. La cita era a las 11:00 a.m. con un psicopedagogo. Tuvimos que esperar mucho para ser atendidos, pero finalmente fuimos atendidos. Primero el niño y luego nosotros tuvimos una charla con el profesional. Luego, rellenamos varios formularios para la inscripción. Ya eran casi las doce del mediodía cuando salimos, y el carro no estaba. Por estar mal estacionado, una grúa lo había remolcado. Lo supe porque dejaron una nota en el lugar donde estaba estacionado.

    Convencí a mi esposa de que fuera al trabajo y me fui con mi hijo a la dirección que indicaba la nota. Llegamos, y era un lugar muy ordenado, pero yo estaba de mal humor. Todos en ese lugar también estaban de mal humor, y es un poco contagioso. Hice los trámites y el pago de la multa correspondiente, aunque fui grosero con quienes me atendían. Después de dos horas, pude salir de muy mal humor, pensando que tenía mucha mala suerte.

    Fuimos a comer chifa, y regresé a trabajar en casa, todavía de muy  humor, pensando en mi mala suerte. Sin embargo, en ese momento, la vida me dio una buena lección. Mi esposa me escribió un mensaje de texto lamentándose por lo que le había pasado a un niño que tiene el mismo nombre que uno de nuestros sobrinos. Yo no sabía nada, así que revisé en los grupos de WhatsApp y descarté que fuera él. Pero hay un niño que estudia con mi hijo y tiene el mismo nombre, y era él. Había tenido un accidente mientras iba con su papá (quizás al mismo momento en que yo estaba conduciendo junto a mi pequeño), y estaban en UCI.

    En ese momento, me di cuenta de lo pequeños que eran mis problemas, por los cuales yo estaba de muy mal humor. Quizás, en el momento en que estaba yendo a casa con mi pequeño sano y salvo, esa otra familia desearía estar en mi lugar con multa y todo. Pensé que fui muy egoísta, pero al mismo tiempo reforcé algo que todos sabemos pero nos cuesta poner en práctica: debemos disfrutar el presente porque la vida siempre puede cambiar drásticamente de un momento a otr