Aventuras en un Día Lluvioso en Lima

A las 10:44 PM, este día agitado está llegando a su fin y trataré de resumirlo en esta breve entrada para la posteridad. Comenzó a las 5:30 AM, cuando me desperté con un poco de sueño. Miré mi reloj y noté que solo había dormido cinco horas. Abrazé a mi esposa, quien tenía frío, ya que estaba lloviendo tanto como suele hacerlo en Lima. Me afeité la barba y me puse mi traje, ya que tenía que ir a la embajada de los Estados Unidos para renovar mi visa.


Mi esposa no tenía muchas ganas de acompañarme, y como sabía que hacía mucho frío, la dejé dormir un poco más. Más tarde, ella se despertó y preparó algunas arepas. Le pedí que me acompañara a la cita de la visa. A las 6:00 AM, mi hijo de 11 años se levantó, listo para ir a su  sexto grado en la Escuela La Inmaculada. La lluvia continuaba, y como mi esposa y yo teníamos que asistir temprano a mi entrevista, mi hijo tendría que ir solo a la escuela por primera vez.


A pesar de que la escuela estaba a solo cuatro cuadras de casa, no me sentía seguro dejándolo ir solo debido al tráfico y a los conductores desesperados por llegar a tiempo al trabajo a esa hora.


Finalmente, mi esposa y yo estábamos listos y partimos. El asfalto estaba mojado y seguía lloviendo en Lima. Encendí mi vehículo, puse la primera marcha y arranqué mi Chery Fulwin 2015. Tomé la avenida Universitaria y luego giré a la izquierda en la avenida Morales Duarez. Recorrí 100 metros y di la vuelta en U para ingresar a la Línea Amarilla, que es el camino más rápido para llegar a Surco desde San Martín de Porres. A pesar de que había que pagar 5.90 soles por el peaje, era mucho más rápido que la ruta alternativa a través de la Vía Evitamiento, que habría sido aproximadamente 20 minutos más larga y habría consumido más combustible.


La Vía Parque Rímac es una carretera rápida y agradable para conducir, aunque estaba teniendo mucho cuidado debido al pavimento resbaladizo. Durante el viaje, conversé con mi esposa sobre cómo sería mi entrevista, si la haría en español o en inglés. Acordamos que sería mejor hacerla en inglés y que sería conciso en mis respuestas.


Luego de salir de la Vía Parque Rímac, continuamos por la Panamericana Sur y tomamos la salida en la avenida El Derby. Después de aproximadamente 400 metros, giramos a la derecha en la avenida La Encalada y llegamos frente a la embajada. Este era un camino que conocía bastante bien, ya que a menudo hacíamos escapadas campestres a Cieneguilla con mi esposa e hijos.


Estacioné el auto en un estacionamiento que cobraba 6 soles la hora y luego bajé con mi esposa, quien me ajustó la corbata. Había hecho un nudo Windsor, y le conté a mi esposa que mi abuela, que en paz descanse, me había enseñado a hacer ese nudo, al igual que mi padre en otra ocasión.

Embajada de Estados Unidos advierte sobre protestas en Lima y reprograma  citas para visas | Sutep | CGTP | RMMN | PERU | GESTIÓN

Ya caminando y luchando contra la interminable garúa, entramos en un café llamado Sarcletti y pedimos dos capuchinos. Eran las 7:40 AM, y mi cita estaba programada para las 8:15 AM. Luego acordamos que mi esposa me esperaría allí y salí hacia la embajada. La llovizna persistía. Hice cola durante unos 20 minutos fuera de la embajada, mientras mi esposa me observaba desde el café de enfrente. Me sentí apoyado.


Finalmente, llegué al ventanilla y entregué mi pasaporte peruano junto con el formulario de la cita. Lo ingresaron en el sistema y me indicaron que siguiera la línea roja. Sin embargo, en la línea roja había un cartel en español e inglés que indicaba que no se permitía la entrada con dispositivos electrónicos. Tenía mi celular, un viejo iPhone, en mis bolsillos, así que corrí, crucé la calle y entré al café para dejarlo a cargo de mi esposa.


Cuando llegué a nuestra mesa, mi esposa no estaba allí. Las situaciones inesperadas me hacen perder el control y me vuelvo atolondrado, pero decidí preguntar a uno de los mesoneros por la chica que estaba en esa mesa. Me dijo que fue al baño, así que le pedí que entregara mi teléfono cuando saliera. El mesonero asintió y regresé a la fila.


Después de esperar en una fila corta durante unos 4 minutos, me hicieron pasar. La entrada a la embajada se parecía a la de un aeropuerto. Tuve que quitarme el saco y la correa, y una vez que pasaron esos objetos por el escáner de rayos X, me dijeron que mi smartwatch Huawei (que no funciona sin el teléfono) no podía ingresar. Nuevamente, corrí al café, le entregué a mi esposa todo (correa, celular y billetera) y regresé al mismo lugar. Realicé el mismo procedimiento y pude ingresar sin problemas.


La espera dentro de la embajada fue eterna. Después de una hora, me llamaron para tomar mis huellas. Mientras esperaba en la cola, pensaba si debería saludar al estadounidense que tomaría mis huellas en inglés. Sin embargo, me di cuenta de que no sabía los nombres de los dedos de las manos en inglés, y temí que hiciera un gran papelón, así que opté por saludar con un "Buenos días". Luego salí y, una hora más tarde, me llamaron para la entrevista.


Me formé en la ventanilla donde se realizaría la entrevista, y lo primero que escuché fue a un estadounidense en la ventanilla 5 negando la visa a una señora con sus tres hijos. Avancé rápidamente hasta que llegó mi turno para la entrevista. La recuerdo completamente y la dejaré aquí para la posteridad:


-    Good morning, dije...
-    Good morning, sir. Passport, please.

La entrevistadora tomó mi pasaporte por un par de eternos minutos y luego me dijo:

-    What is the purpose of your trip?

-    Vacations with my family.

-    Do you have children?

-    Yes, two.

-    Is your wife Peruvian?

-    Yes, she is.

-    What's your profession?

-    Software developer.

-    How many years of experience?

-    About twenty years.

-    How much time did you stay in America on your last trip?

-    Just one week.
    
Luego hubo un silencio de acerca de otro largo minuto y luego dijo:

-   Ok your visa is approved

Salí casi corriendo para encontrarme con mi pobre esposa, quien había estado esperándome durante dos horas en el café de enfrente. Pagamos la cuenta y nos dirigimos por la Panamericana Sur hasta llegar a Javier Prado. Luego giramos a la derecha en el jirón Los Pinos, cruzando la avenida llamada General Trinidad Morán. Le comenté a mi esposa que había estudiado en un preescolar con ese nombre, y lo encontré profético en mi vida, ya que Trinidad Morán fue un larense como yo que luego se mudó al Perú y obtuvo la nacionalidad peruana.


Finalmente, terminamos comiendo en Pueblo Libre, cerca del banco donde trabaja mi esposa. Allí nos tomamos otro café, y yo disfruté de un pan con chicharrón al que le añadí mucho ají (después de que tuve COVID, consumo más ají). Luego llevé a mi amada esposa a su trabajo y regresé a casa, donde tenía trabajo pendiente. Trabajé de 12 a 5 PM, hice una pausa para ver a mi hijo jugar al fútbol y luego continué trabajando un rato más. Así concluye el resumen de mi visita a la Embajada de los Estados Unidos y el primer día en que mi hijo fue solo a la escuela.




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