Hace una semana, estaba preparando una avena para la cena. Mi esposa me enseñó una forma de hacerla en la que primero se coloca a hervir el agua junto con abundante canela. Esperé a que el agua hirviera y destilara el color y el olor de la canela durante aproximadamente 20 minutos. Luego, recién agregué la avena y la leche para completar la preparación. Después, llevé todo a la licuadora para mezclarlo todo. Era tarde, así que no esperé a que la preparación bajara de temperatura. Vertí el agua caliente en mi vieja licuadora marca Oster, la cual se quebró casi instantáneamente. Afortunadamente, nadie resultó lastimado.
Hace dos días, mi esposa y yo estábamos haciendo las compras semanales
en una cadena de tiendas chilena llamada Tottus. Estábamos
específicamente en la sucursal del centro comercial Megaplaza. Además de
las compras semanales, estábamos interesados en reemplazar nuestra
plancha, la cual había sido nuestra desde nuestra boda hace 10 años y ya
estaba fallando. Una vez que completamos las compras de nuestra lista,
nos dirigimos a la zona de electrodomésticos. Mientras conversábamos
acerca de la calidad de las planchas que estaban en oferta, una astuta
vendedora interrumpió inesperadamente nuestra conversación y nos ofreció
una plancha marca Imaco con base de cerámica. Hábilmente, nos ofreció
un reemplazo para nuestra licuadora (pensábamos solo reemplazar el vaso)
y terminó convenciéndonos de comprarla. Era una licuadora con 3 años de
garantía, 450 vatios de potencia, 6 hojas afiladas y triturador de
hielo. Además, lucía muy moderna en comparación con nuestra vieja Oster.
Nos miramos mi esposa y yo, sabiendo el uno al otro que estábamos
convencidos, así que compramos el reemplazo.
El plan de nuestro
menú semanal decía que para hoy la comida sería lomo saltado, pero
teníamos que probar las 6 hojas y los 450 vatios de potencia de nuestra
licuadora Imaco. Así que cambiamos el plan de almuerzo por una pasta
verde (al pesto), que requería el uso de nuestra Imaco de 450 vatios de
potencia. Ayer, lunes, conecté y encendí nuestra poderosa Imaco y quedé
muy convencido de su calidad y potencia. Mi esposa, por la noche, trajo
espinaca, queso, cebolla y otros ingredientes que serían triturados por
nuestra nueva Imaco de 450 vatios de potencia para hacer el pesto para
nuestro almuerzo. Mi esposa, como siempre que cocina, con mucho amor
puso su música y comenzó a preparar el almuerzo en la noche. Yo estaba
trabajando desde casa, eran aproximadamente las 9 de la noche, y desde
la oficina podía percibir el rico olor del ajo y la cebolla sofreírse.
Me acerqué a la cocina y le dije a mi esposa: "Todo huele tan rico que
desde ya provoca almorzar." Mi esposa sonrió con mi cumplido y volví al
trabajo. Una vez que todo estaba listo para ser licuado, escuché el
sonido de nuestra nueva Imaco de 450 vatios de potencia, pero de pronto,
el olor del ajo y la cebolla frita fue reemplazado por otro olor
misterioso. Seguidamente, mi esposa irrumpió en la oficina y me dijo que
fuera a la cocina. No supe qué sucedía, así que fui rápido.
Una
vez en la cocina, descubrí cuál era el olor que se mezclaba con la cebolla y el ajo. El olor era nada más y nada menos que el
motor chamuscado de nuestra nueva licuadora Imaco de 450 vatios de
potencia, que no había soportado ni siquiera su primer uso. Se había
quemado y quedado inservible. Tomamos lo ocurrido con sentido del humor y
decidimos que vamos a comprar el vaso de nuestra vieja pero infalible
licuadora Oster.
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