Ayer, mi hijo, quien actualmente cursa sexto grado, tenía un importante partido de fútbol en su colegio "La Inmaculada," en conmemoración del aniversario de la institución. Emocionadamente, había sido seleccionado como parte del equipo titular, desempeñando el papel de centrocampista. Este logro tenía un valor especial para él, ya que no se consideraba especialmente habilidoso en los deportes. No obstante, durante los últimos dos años, lo habíamos llevado a practicar fútbol, y había mostrado una notable mejoría, a pesar de que inicialmente no le apasionaba mucho.
El partido enfrentaba al sexto grado contra el quinto grado, y la perspectiva de obtener la victoria llenaba de optimismo a mi hijo. Lamentablemente, el resultado final fue una derrota en la tanda de penales. Al regresar a casa, mi hijo estaba visiblemente molesto con su entrenador, quien le había informado que estaban liderando el partido por dos goles a cero, pero decidió hacer cambios en el equipo titular al final del juego, permitiendo que todos los jugadores tuvieran la oportunidad de jugar. Fue en ese momento cuando el equipo contrario logró empatar el partido.
Esa sensación de que la victoria estaba al alcance, pero no se logró, me trajo a la memoria una experiencia similar que viví cuando estaba en sexto grado.
Mi educación primaria transcurrió en la Escuela Básica Antonio José Pacheco, ubicada en Las Tunas. Esta escuela solo llegaba hasta el sexto grado, y nuestra sección, denominada "sexto U," era la más numerosa, ya que solo existía una sección por grado. Cada año, en febrero, se celebraba la elección de la Reina del Carnaval, un título que carecía de gran importancia para mí. Sin embargo, en ese año en particular, nuestra maestra, Evelen, nos brindó una charla que nos inspiró profundamente, al estilo de un líder nacionalista y carismático. Recuerdo que parte de su discurso incluía las palabras: "Este es su último año en la escuela, y ustedes son la sección más grande. Deben ganar. Todos voten por la Reina de Sexto." Salimos de esa charla con un espíritu renovado y el firme deseo de elevar a nuestro sexto grado a la cima.
Todos votamos por nuestra candidata, y aún recuerdo los nombres de varios de mis compañeros: Eduardo Quiroga, José Manuel Flores, Onelsy Barrios, Edwin Perozo, Edwin Algara, Yiseidy Castillo, las hermanas Marcano, y el protagonista de esta historia, José Rafael Flores, apodado cariñosamente "Felito" debido al apodo de su padre, "Felo."
La votación concluyó, y yo emití mi voto por la representante de la clase, aunque en este momento no puedo recordar su nombre. Luego, decidí jugar al béisbol en la cancha deportiva de la escuela, sin prestar mucha atención al resultado de la elección. Cuando regresé al aula aproximadamente media hora después, me encontré con un ambiente de profunda decepción. Vi a "Felito" y a varias niñas del salón llorando, mientras que la profesora intentaba consolarlos. Habíamos perdido; la niña de quinto grado sección B, alumna de un profesor con un bigote pronunciado y estatura imponente llamasdo Oswlado, había ganado. Sin embargo, pronto se supo que esta victoria se había logrado mediante prácticas cuestionables. Resultó que había ofrecido caramelos a los niños más pequeños a cambio de sus votos.
"Felito," un niño de baja estatura con varios apodos, como "Willow," "pichón de ariguelo," o "mediometro," era conocido por su inteligencia y, en ocasiones, por su arrogancia. A pesar de nuestras diferencias, él y yo habíamos establecido una competencia amistosa en el aula, siempre obteniendo las mejores calificaciones. Participábamos en esta competición junto a Barrios, Quiroga y "Felito." Además, "Felito" había visitado mi casa un par de veces por las tardes, donde discutíamos temas como ciencia, política y religión (desde una perspectiva histórica más que religiosa). En ese momento, ambos éramos bastante religiosos, y disfrutábamos de estas conversaciones gracias a su amplio conocimiento. Recuerdo que él expresó su deseo de convertirse en ingeniero petroquímico. Yo, por otro lado, debido a mi crianza, solía ser más reservado y respetuoso con los mayores, careciendo de la confianza necesaria para defender mis derechos, pero siempre mantuve buenos modales. "Felito" era todo lo contrario, tenia mucha confianza en si mismo y se defendia de todo y siempre se notaba seguro, pero era mas grocero y faltoso.
Volviendo al día de la elección, "Felito" tomó la iniciativa y le comunicó a nuestra maestra, la Sra. Evelen, que planeaba denunciar la corrupción durante la ceremonia de coronación. En lugar de desalentarlo o minimizar el hecho, la maestra actuó de manera admirable y le dijo:
- José Rafael, me parece apropiado que levantes tu voz ante lo que consideras una injusticia. Adelante, pero recuerda hacerlo con respeto.
Llegó el momento de la coronación, y "Felito" subió al escenario, donde estaban presentes la directora, Lina Canelón, y el profesor involucrado en la polémica. Al ver a "Felito" aproximarse, el profesor comentó:
- Aquí viene José Rafael Flores, alumno de sexto grado, para felicitar a la Reina con unas palabras.
En ese instante, cuando todos los alumnos estaban expectantes, supe, basado en mi conocimiento de seis largos años estudiando junto a "Felito," que no podría contener su ira. Estaba lleno de rabia mientras tomaba el micrófono y proclamaba:
- Buenas tardes profesores, directora. Quiero comenzar felicitando a la reina que ganó. Sin embargo, deseo presentar una denuncia. Aquí, alzo la voz y señalo a los profesores que están acusados de cometer un hecho irregular: USTED y USTED, sobornaron a los alumnos ofreciendo caramelos a cambio de votos. Me asusté en ese momento, sin entender la razón, y salí corriendo, nervioso, y riéndome.
Mi madre recuerda que "Felito" fué muy puntual, señaló al profesor Oswaldo González y a la Maestra Diospina Barrios como responsables del fraude, 6to U salió como una tromba junto a Felito, pero una vez que hizo los señalamientos tan frontales y se dió la lucha en el escenario por el micrófono, la mayoría por no decir todos se escurrieron del lugar. Recuerdo que animaba el evento una de las involucradas en "el fraude" y prácticamente le arrancó el micrófono a Felito para callarlo. Felito le arrebató nuevamente el micrófono a Pina y ahí la señaló, ya con lágrimas en los ojos y "muy molesto" que ella no era ejemplo por lo que había propiciado.. (entre otras cosas) Quiroga, enviado por Evelen fue, abrazó a Felito y lo retiró del teatro. Logrando aplausos entre los alumnos y representantes que nos encontrábamos en dicha actividad y que respaldabamos a la nueva directora Prof. Lina Rosa Canelón.
La vida de José Rafael tomó un giro inesperado después de ese evento. Al terminar el sexto grado, nos separamos y asistimos a diferentes colegios. Tuve la oportunidad de verlo nuevamente el día en que presentamos el examen de aptitud académica seis años mas tarde . Lo noté con el cabello más largo y, aunque conversamos brevemente y cómpartimos un cigarro Belmont, su actitud era más arrogante que nunca. Me contó que tenía planes de estudiar en una universidad privada, mientras yo expresaba mi deseo de estudiar informática en la UCLA. Fue una conversación breve y un tanto incómoda. Nunca imaginé que esa sería la última vez que lo vería. Aproximadamente seis meses después, perdió la vida en un trágico accidente mientras remolcaba un carrito de perros calientes. Me contaron que ocurrió cuando se encontraba entre el automóvil y el remolque, resbaló y el remolque lo aplastó.
Buena por Felito. Me encantó la mezcla de los recuerdos de la infancia con las lecciones a "boca de jarro". El desenlace me apenó. Te abrazo bien!
ResponderBorrarGracias Donaldo por leer este relato de mi infancia, no tengo tus dotes de escritor, pero lo importante siempre es escribir. Un abrazo y nos estamos leyendo
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